Ellos hablan con furia de la violencia, aún sin comprenderla. Decoran sus discursos utilizando frases que incluyen el dolor y la muerte. La gente les cree, aún cuando ellos no entienden. Exigen que las tasas de mortalidad se dupliquen y una definición de "justicia" que no caracteriza a tal palabra.
Su intento de justicia busca culpables, y si tienen suerte, encuentra a alguno. Ellos, los redentores de la verdad, tienen un pase libre en los medios de comunicación, quienes les abren sus puertas y afirman orgullosos que ese pensamiento es el del pueblo. Del otro lado del televisor el pueblo sin voz grita u obedece.
Ellos hablan de violencia, de una superficial: No van más allá, no se increpan, por lo tanto, tampoco se responden. Lavan sus manos acusando como único culpable al que actúa con balas y evitan creer que esa cultura que ellos mismos popularizaron hoy está en su máximo esplendor. Optan por opinar sin entender acerca de la irónica situación educativa carente de contenidos y del apoyo insuficiente para que los estudiantes aprendan. Esos mismos estudiantes que sin una niñez por celebrar y con las manos vacías, miran, escuchan a las grandes divas, confirmando así un discurso que beneficia a una sola clase que no es la suya, pero que la toman como propia. (El eterno triunfo de la clase dominante).
16 mar 2009
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"bienvenidos al circo la funcion ya comenzó"
ResponderEliminarLa catedral gótica de la violencia se encuentra en las tripas de un sistema excluyente lo demás son pavadas, epifenómenos de los que ayudan a ese mismo sistema a RE - PRODUCIRSE con la muerte de los excluídos.
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